Enero 3, 2010
Ay Arequipa, cómo te quiero.
Al quinto día en Arequipa se hizo el convento - bueno, en realidad se hizo a los 40 años de fundada la ciudad pero yo la pude visitar al quinto día de mi llegada a Arequipa. El Convento de Santa Catalina de Siena se construyó en 1579 y es un gran edificio hecho de sillar, la piedra volcánica blanca local. Desde el primer paso en el interior uno siente la presencia de su arquitectura - de muros anchos, colores vivos y claustros preciosos. Es increíble pensar que estas monjas no tenían contacto con el mundo exterior; vivían completamente aisladas de la ciudad y de sus familias.
Algo peculiar en mi visita al convento fue lo cargada que sentí la enfermería, esa celda no es tan amigable; la fuerza era palpable - lo increíble es que soporté estar ahí solo un buen rato.
Después del convento fui con Georg a comprar pollo, sí, pollo - lo sé, qué burdo almuerzo de despedida pero era lo que se nos antojaba en el momento. Comimos enb la terraza del Scandinavia, mirando el convento, el Misti y el Pichu Pichu.
Y para seguir hablando de comida, la cena fue unos anticuchitos nombrados como los mejores de Arequipa; así es, los mejores. Si los quierne probar tienen que ir al Puente Grau, del lado de Los Sauces - yo los recomiendo.
Ay Arequipa, me conquistate por completo. El Colca, cóndores, llamas, alpacas, vicuñas, nieve, arquitectura, mate de coca, de todo.
Hasta luego Arequipa.
Ay Arequipa, cómo te quiero.
Al quinto día en Arequipa se hizo el convento - bueno, en realidad se hizo a los 40 años de fundada la ciudad pero yo la pude visitar al quinto día de mi llegada a Arequipa. El Convento de Santa Catalina de Siena se construyó en 1579 y es un gran edificio hecho de sillar, la piedra volcánica blanca local. Desde el primer paso en el interior uno siente la presencia de su arquitectura - de muros anchos, colores vivos y claustros preciosos. Es increíble pensar que estas monjas no tenían contacto con el mundo exterior; vivían completamente aisladas de la ciudad y de sus familias.
Algo peculiar en mi visita al convento fue lo cargada que sentí la enfermería, esa celda no es tan amigable; la fuerza era palpable - lo increíble es que soporté estar ahí solo un buen rato.
Después del convento fui con Georg a comprar pollo, sí, pollo - lo sé, qué burdo almuerzo de despedida pero era lo que se nos antojaba en el momento. Comimos enb la terraza del Scandinavia, mirando el convento, el Misti y el Pichu Pichu.
Y para seguir hablando de comida, la cena fue unos anticuchitos nombrados como los mejores de Arequipa; así es, los mejores. Si los quierne probar tienen que ir al Puente Grau, del lado de Los Sauces - yo los recomiendo.
Ay Arequipa, me conquistate por completo. El Colca, cóndores, llamas, alpacas, vicuñas, nieve, arquitectura, mate de coca, de todo.
Hasta luego Arequipa.
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