mardi, octobre 20, 2009

No se lo digas a nadie ¿en serio, Jaime?

Yo se lo diré a todos, igual la intención del libro era esa, que todos lo sepan y lo contasen.

Más que una novela - a mí parecer - es una catarsis convertida en "ficción". Es imposible no darse cuenta de las similitudes entre la vida de Joaquín y la de Jaime; la realidad es más increíble que la ficción ¿no? Pues el Señor Bayly nos lo cuenta de una manera sencilla, digerible y repleta de pseudo-moralejas y un humor bastante crudo, que por lo menos para mí es su fuerte y de lo más apreciable de la historia.

Todo comienza con una descripción de una familia bastante disfuncional, burguesía limeña aunque ellos no lo quieran admitir. Comentarios racistas, clasistas, homofóbicos pero muy de una Lima que atravesó uno de los peores períodos en su historia, una Lima dividida, en recesión, consternada y con muy poca esperanza de salir adelante. Si bien estos personajes se podrían calificar de todo, son unas caricaturas bastante precisas de una clase social que aún existe y sigue las mismas reglas - ya no tan hipócritamente pero en el mismo juego.

En este mundito vino a parar el joven Joaquín. Un niño bastante perceptivo e inteligente pero que se hace el tonto cuando le conviene. Desde muy chico descubre su homosexualidad, una que acepta pero que igual cuestiona en un período de su vida. Una madre ridículamente devota, un padre que representa el machismo en estado puro, una hermana tonta perdida y engañada de la vida y un hermano que nunca aparece en la historia forman parte de esta familia feliz, y la incursión esporádica de un tío gay que también tendría una vida muy interesante.

Luego llegaron los primeros años de adultez, un tanto confusos - más por el cruce de historias en la narración que por una postura personal y también con unos capítulos que sólo estaban hechos para molestar a ciertos personajes de la farándula limeña. Joaquín no puede dejar la coca, las "relaciones peligrosas" ni a su familia. Unos años llenos de experiencias que él decide vivir y una falta de autoestima que en realidad es ficticia porque Don Joaquín siempre sabe muy bien lo que hace.

Ya después Joaquín parece encontrar un equilibrio en su vida, sin drogas ni confusiones. Pero desgraciadamente para él, su familia aún no se olvida del hijo mayor ni lo admite como es - el auto-engaño puede ser poderoso. Instalado en Miami, luego de una bastante deprimente etapa en Madrid, Joaquín da la impresión de ser feliz hasta que llegan sus padres, primero papi y luego mami. Una serie de conversaciones que realmente no llevan a nada son las que encontramos en esta última etapa de la historia. Sin embargo antes de llegar al punto final aparece un monólogo dirigido a la madre que me parece es el que más sinceridad y peso personal ofrece:

Ahora Joaquín también estaba llorando. Lloraba porque tenía ganas de decirle a su madre "tienes que entender que soy homosexual, mamá, siempre fui homosexual, probablemente cuando estaba en tu barriga ya me estaba haciendo homosexual, pero no por eso soy una mala persona, no por eso dejo de quererte, si sólo pudieras entender que no soy maricón para fregarte, para vengarme de ti, que soy homosexual porque ésa es mi naturaleza y porque yo no la puedo cambiar, y por favor, no lo veas como algo terrible, porque no lo es, míralo más bien como una oportunidad para entender mejor a la gente, para entender que las cosas son más complejas de lo que a veces parecen, que las cosas no siempre son blancas o negras, comprende, por favor, mamá, que al final lo único importante es que yo también te quiero, te quiero muchísimo, adoro tus caprichos y tus cucufaterías, pero yo no puedo dejar de ser quien soy, no puedo ni quiero dejar de ser quien soy, y tengo que aprender a quererme, y a respetarme, y a no traicionar mi orientación sexual, y a decirle a la gente que soy homosexual sin que por eso se me ponga roja la cara, y sin que me sienta sucio, cochino, una mala persona, porque no lo soy, soy tu hijo, te quiero, soy homosexual, y soy una buena persona, y si Dios existe, Él te contará algún día en el cielo por qué le provocó hacerme homosexual."

BAYLY, Jaime, No se lo digas a nadie, pags. 472-473



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