Después de Alemania, ¡el país de la revolución!
(Y justo antes de Alemania hubo un episodio en Holanda, que duró un par de días pero lo contaré luego porque creo que sería más coherente)
Francia, Gare du Nord, el aire parisino - que debo admitir sí olía a croissants y café, oh la ironía.
Había llegado al corazón de la tierra del Rey del Sol.
Esperé en la estación como 30 minutos por Romina y Christophe, mi amiga peruana y su novio francés. Se demoraron un poco más de la cuenta por culpa del metro - para mi suerte justo esa semana a la Asociación de Transportes se les ocurre hacer huelga. Pero bueno, eso dio lo mismo, yo estaba embobado en la estación, viendo los trenes salir, escuchando a los franceses hablar, observando todo alrededor de mi.
Lo primero que hicimos fue ir en busca de algo para comer - tenía tanta hambre después del viaje desde Colonia. Llegamos a uno de tantos cafés que se encuentran frente al Museo Pompidou. ¡Qué más podía pedir!
La diferencia entre los parisinos y los bruselenses es increíble. No digo que los de Bruselas sean peor o menos que los de París pero por el momento me sentía más a gusto allí. La vie bohème je suppose.
Ese primer día en la Ciudad del Amor fue increíble. Desde el Pompidou, hasta un recorrido en bote por el Sena, y obviamente no podía faltar la Torre Eiffel y Notre Dame. Además que para cenar fuimos a un resto muy bueno donde comí tanto y tan bien que en lo único que pensaba era: ¡Me quiero quedar en París!
Para resumir y no hacer toda una lista de los motivos por los cuales quisiera quedarme en París, diré que definitivamente pienso volver algún día y tratar de establecerme por una larga temporada. Por ahora debo seguir pensando en Bruselas y seguir recordando tiempos parisinos.
¡Siempre nos quedará París! - cuánta razón hay en esa frase...
(Y justo antes de Alemania hubo un episodio en Holanda, que duró un par de días pero lo contaré luego porque creo que sería más coherente)
Francia, Gare du Nord, el aire parisino - que debo admitir sí olía a croissants y café, oh la ironía.
Había llegado al corazón de la tierra del Rey del Sol.
Esperé en la estación como 30 minutos por Romina y Christophe, mi amiga peruana y su novio francés. Se demoraron un poco más de la cuenta por culpa del metro - para mi suerte justo esa semana a la Asociación de Transportes se les ocurre hacer huelga. Pero bueno, eso dio lo mismo, yo estaba embobado en la estación, viendo los trenes salir, escuchando a los franceses hablar, observando todo alrededor de mi.
Lo primero que hicimos fue ir en busca de algo para comer - tenía tanta hambre después del viaje desde Colonia. Llegamos a uno de tantos cafés que se encuentran frente al Museo Pompidou. ¡Qué más podía pedir!
La diferencia entre los parisinos y los bruselenses es increíble. No digo que los de Bruselas sean peor o menos que los de París pero por el momento me sentía más a gusto allí. La vie bohème je suppose.
Ese primer día en la Ciudad del Amor fue increíble. Desde el Pompidou, hasta un recorrido en bote por el Sena, y obviamente no podía faltar la Torre Eiffel y Notre Dame. Además que para cenar fuimos a un resto muy bueno donde comí tanto y tan bien que en lo único que pensaba era: ¡Me quiero quedar en París!
Para resumir y no hacer toda una lista de los motivos por los cuales quisiera quedarme en París, diré que definitivamente pienso volver algún día y tratar de establecerme por una larga temporada. Por ahora debo seguir pensando en Bruselas y seguir recordando tiempos parisinos.
¡Siempre nos quedará París! - cuánta razón hay en esa frase...
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